La sobreabundancia de información es uno de los aspectos analizados por diversos medios. Por este motivo, tras consultar, cotejar y leer distintas fuentes, las
seleccionadas por considerarse más adecuadas respecto a la sobreabundancia de
información, han sido los siguientes artículos de revista:
·
Gargallo López, B. (2012). Un aprendiz
estratégico para una nueva sociedad. TESI,
13(2), 246-272.
·
Puente, S. (1999). Qué es ser periodista en la
era de las redes. Cuadernos de
información, (13), 70-74.
En primer lugar, una de las razones principales por
las que he considerado conveniente la selección de las citadas fuentes, es por
abordar el problema de la sobreabundancia de información desde perspectivas muy
distintas, mencionando a la educación en el caso de la primera y, examinando
sus consecuencias en el periodismo en la segunda.
Analizando el artículo titulado “Un aprendiz estratégico para una nueva sociedad” de Bernardo
Gargallo López y, estableciendo los motivos de su elección, observamos tal y
como se ha afirmado anteriormente, un especial hincapié en el ámbito de la enseñanza
respecto a la influencia de la sobreabundancia de información en ella. Así
pues, el texto alude a una escuela inmersa en la Sociedad de la Información,
pero no del conocimiento. Es decir, el exceso de datos no garantiza la
comprensión, motivo por el que “hace falta desarrollar nuevas actitudes y
habilidades para el aprendizaje” (Gargallo López, 2012, p.246). Para lograr
dicho propósito, es necesario que el estudiante alcance la denominada posición
del “aprendiz estratégico”, lo que conlleva a la adquisición de una “autonomía
y responsabilidad en un mundo abierto en que hay sobreabundancia de información
y estímulos” (Gargallo López, 2012, p. 246).
Asimismo, y estableciéndola como otra de las causas de
su selección, la figura del “aprendiz estratégico” se traduce en un aprendizaje
autorregulado que forma al educando como persona autónoma, capaz de aprender
para crecer y, por lo tanto de “aprender a aprender”. Es en este punto donde
interviene la escuela como institución, puesto que “si bien es cierto que la
escuela ha perdido su papel clave en la transmisión de la información, también
lo es que se constituye en el espacio privilegiado para enseñar a aprender a
aprender”. (Gargallo López, 2012, p. 246).
De esta forma, observamos que en la actualidad “los
niños, los jóvenes y los adultos disponen de sobreabundancia de información.
Información que se filtra y selecciona, en gran medida, en función de intereses
diversos, a veces nada recomendables” (Gargallo López, 2012, p. 248). Pero
verdaderamente, disponer de dicha información no basta para considerarse
conocimiento, sino que para ello es necesaria la selección, la comparación y la
valoración de distintas fuentes, procedimiento que puede obtenerse mediante la ayuda
del maestro, quien enseñará como ya se ha anunciado a “aprender a aprender”, es
decir, le proporcionará las estrategias de búsqueda con el fin de valorar y
seleccionar de forma crítica las fuentes a consultar.
Basándonos en el artículo de Soledad Puente titulado “Qué es ser periodista en la era de las
redes” y, especificando las razones que me han impulsado a escogerlo, contemplamos
las consecuencias de la sobreabundancia de información sobre la profesión del
periodista.
Tal y como establece Soledad Puente, “Desde el punto
de vista del periodismo, tendemos a mirar Internet como una nueva manera, más
eficiente y rápida, de recopilar información, de reportear”. (Puente, 1999,
p.70). Pero realmente, Internet es una gran base de datos, donde el periodista
debe recolectar, elaborar y transmitir información, “pero la abundancia de ésta
hace necesarias nuevas destrezas para potenciar las posibilidades que ofrece la
red al reportero” (Puente, 1999, p. 70).
Así pues, vemos que dicho artículo se asemeja al
comentado con anterioridad de Bernardo Gargallo López. Igual que los alumnos
necesitan estrategias para seleccionar la información propicia, los periodistas
requieren de nuevas destrezas para desenvolverse en la red, un mundo dónde
abundan los datos.
Referente a las mencionadas funciones del periodista,
encontramos la evaluación y la selección. “Ahora la información puede fluir
directamente de las autoridades a sus ciudadanos. Sin embargo, esta alternativa
plantea al ciudadano el problema de la desinformación, pues la experiencia
profesional indica que las autoridades no publican aquello que las perjudica”
(Puente, 1999, p. 72). Por lo tanto, no siempre recibiremos las noticias de
forma neutral y completa, sino que influirán en este aspecto las opiniones e
ideologías de quien lo escriba. Esta situación precisa de la figura del
periodista para “señalar al público qué parte de la información difundida por
la fuente (en este caso, las autoridades) tiene valor para la toma de
decisiones” (Puente, 1999, p. 72).
De este modo, visualizamos la relación de “Qué es ser periodista en la era de las
redes” con “Un aprendiz estratégico
para una nueva sociedad”, en el hecho de necesitar del periodista como guía entre las fuentes consultadas en el
primer caso y, requerir del maestro como facilitador
de estrategias de búsqueda en el segundo.
Así pues, esta última afirmación constituye el
principal motivo de selección de dichas fuentes.
Finalmente y, refiriéndome al artículo de Soledad
Puente, cabe mencionar como punto importante en su redacción la igualdad de
oportunidades para publicar en la red debido a su bajo coste de transmisión, lo
que aumenta la cantidad de información a la que se puede acceder. Por lo tanto
“los espacios en Internet pueden presentar apariencias muy similares,
independientemente de la calidad de información que contengan, lo que deja
inerme al usuario” (Puente, 1999, p.72). Frente a esto, la autora se cuestiona
el sentido de su profesión en el ciberespacio: “La razón de ser periodista en
este medio, que es a la vez fuente de información, ya no es la escasez de ésta
sino justamente su sobreabundancia” (Puente, 1999, p.70).
¿Qué conclusiones podemos extraer de la sobreabundancia de información?
Establecidas las fuentes consultadas respecto a la
sobreabundancia de información, podemos llegar a una serie de conclusiones.
A lo largo de las lecturas hemos comprobado el exceso
de información que en la actualidad nos proporciona la Sociedad de la
Comunicación. En efecto, “Este fenómeno, pude suponer, a veces, un problema más
que un beneficio” (El País, 2009), puesto que, no todos los datos que pueden
hallarse poseen igual fiabilidad: “según algunas estimaciones la mitad de las
informaciones que circulan por Internet son falsas o inexactas” (UNESCO, 2005,
p. 49). La veracidad de la anterior afirmación la observamos en el acceso que
hoy disponemos todos ante las redes, es decir, cada uno de nosotros tiene el
derecho de publicar en el citado medio las informaciones que considere
oportunas. Por lo tanto, “El bajísimo costo de transmisión aumenta la variedad
y cantidad de información a la que se pude acceder e iguala las oportunidades
para publicar” (Puente, 1999, p. 70).
Frente a esta situación, “la información puede ser un <<no-conocimiento>>”
(UNESCO, 2005, p. 49). “Disponemos, pues, de mucha información […]. Sin
embargo, no basta con disponer de información para hablar de conocimiento”
(Gargallo López, 2012. p. 248).
De esta manera, observamos la necesidad de construir
dicha comprensión en la sociedad. Para ello, se precisa de profesionales que
proporcionen las estrategias requeridas para “discernir con criterio la
información de calidad” (Polanco, 2009). Es en este proceso donde interviene la
figura del maestro en el caso de la educación y, la del periodista en la gran
mayoría de medios de transmisión de la información.
Respecto al profesor, éste debe enseñar al alumno a
“aprender a aprender” y, a ser un “aprendiz estratégico”. Dicho de otra forma,
debe ofrecer al educando las destrezas pertinentes que le ayuden según Gargallo
López a:
Seleccionar la información adecuada de entre la mucha
disponible, atender a diversas fuentes para comparar siendo conscientes de la
posibilidad de sesgos ideológicos y/o de intereses existentes en las diversas fuentes,
discernir, analizar a fondo la información, valorarla críticamente, integrarla
de modo significativo en las estructuras cognitivas haciéndola propia, y
utilizarla eficazmente para la vida. (pp. 248-249)
De igual modo, corresponde al verdadero periodista
proporcionar “destrezas para potenciar las posibilidades que ofrece la red” (Puente,
1999, p. 70). Y es que como establece Manuel Polanco:
Esta función del
periodista ocasional nada tiene que ver con el verdadero periodismo: el
periodismo de seleccionar, elaborar y presentar la información de los hechos de
acuerdo con criterios de interés público y el periodismo de investigación, de
análisis y de crítica, el periodismo que aporta opiniones con fundamento.
(Polanco, 2009)
Así pues, disponemos
de una elevada cantidad de información, de forma que “Estamos inmersos
en la sociedad de la información, que no del conocimiento” (Gargallo López,
2012, p. 248). Por lo tanto, “La transformación de una información en
conocimiento exige un trabajo de reflexión” (UNESCO, 2005, p. 49), requiere
“desarrollar nuevas actitudes y habilidades para el aprendizaje” (Gargallo
López, 2012, p. 246), objetivo que sólo alanzaremos convirtiéndonos en
“aprendices estratégicos” y, consiguientemente “aprendiendo a aprender”.
Bibliografía
·
El País. (2009). Los diarios existirán, en papel
o en pantalla de cristal líquido. El País
[versión electrónica]. Recuperado de http://sociedad.elpais.com/sociedad/2009/06/18/actualidad/1245276016_850215.html
·
Gargallo López, B. (2012). Un aprendiz
estratégico para una nueva sociedad. TESI,
13(2), 246-272.
·
Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura. (2005). Hacia
las sociedades del conocimiento. París: Ediciones UNESCO.
·
Puente, S. (1999). Qué es ser periodista en la
era de las redes. Cuadernos de
información, (13), 70-74.
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